PUERTO LAPICE EN EL QUIJOTE
Puerto Lapice debe su nombre al puerto que se forma entre la Sierra Calderina y las primeras estribaciones de los Montes de Toledo, un paso natural de la ruta comprendida entre el centro y el sur de la Peninsula. El nombre de Puerto Lapice proviene del subsuelo sobre el que se asienta que es de piedra lapicea (portus lapidis).
La denominación más antigua que se conoce es la de Ventas de Puerto Lapice, en otras ocasiones Puerto Lápiche debida a las numerosas ventas que durante siglos dieron aposento a los viajeros en estas tierras de paso, puerta de entrada o salida hacia diferentes rutas.
El origen de Puerto Lápice parece remontarse a los tiempos romanos, si bien podría ser ibero como en la cercana consuegra. De la época romana incluso se tiene constancia de que en la villa había un Castillo del Foso en el que se alojó el emperador Trajano durante un viaje a la zona. Sobre los restos de este castillo se construyó la Posada del Rincón, aún conservada.
Éste no es el único vestigio de la presencia romana en Puerto Lápice, podemos encontrar escritos que aseguran Puerto Lápice estaba rodeada de murallas romanas de una antigua fortaleza. Además, por esta población pasaba el camino romano que unía las importantes poblaciones de Amensara, Álava, Bastía y Consaburum (actual Consuegra), enlazando está última con la calzada de Laminium a Toletum, marcada en el itinerario Antonino.
En el siglo XVI, Puerto Lápice está formado únicamente por unas pocas posadas y ventas para el hospedaje de los viajeros, sobre todo mercaderes de seda que se dirigían hacia Murcia.
En 1605 Miguel de Cervantes publica la I Parte del "Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha" Ya en el segundo capítulo, Cervantes elige a Puerto Lápice como el marco en el que iniciar las aventuras de Don Quijote "por ser un lugar muy pasajero
"En una de sus Ventas es donde el hidalgo D. Alonso Quijano el Bueno será armado caballero en una delirante ceremonia. Así, Puerto Lápice ha pasado a formar parte del imaginario de la literatura universal.
Carlos III, en el año 1774, le concedió a la villa la parroquia y el juzgado. En este tiempo existían al menos cuatro ventas, algo que demuestra la importancia que siempre ha tenido Puerto Lápice como lugar de parada y fonda en la ruta Madrid - Andalucía.
Pero no será hasta 1784 cuando Puerto Lápice se independice definitivamente de Herencia. De este modo, el municipio permanecerá fiel al Rey, aunque la Orden de San Juan no perderá todo su poder sobre aquél, ya que Puerto Lápice pertenecía al territorio dominado por el Priorato de la Orden de San Juan.
A pesar de lograr la independencia, el municipio no dispondrá de un edificio municipal propio hasta bien entrado el siglo XX. Hasta entonces las reuniones de la Corporación tendrán lugar en las viviendas particulares de los vecinos más destacados.
A los lados del camino real se fueron estableciendo un buen número de viviendas que empezaron a configurar la estructura inicial de esta localidad manchega. Las crónicas dan fe de la existencia de al menos cuarenta casas con 33 matrimonios, además de solteros y viudas.
El paso natural que es Puerto Lápice fue la causa de que las tropas napoleónicas, en su invasión hacia el sur de la península durante el año 1812, causarán importantes daños en muchas edificaciones. Más aún, los registros de aquella época en la provincia de La Mancha subrayan el valor de los porteños que impidieron que Puerto Lápice fuese tomada por las tropas francesas.
Algunas casas situadas al norte del pueblo junto a la Plaza conservan las troneras desde donde los defensores disparaban parapetados tras los muros.
Los guerrilleros de la zona (como "El Chaleco"), escondidos en la frondosidad de las sierras que custodian el paso del Puerto, lograron el reconocimiento público desde Consuegra y Villafranca de los Caballeros hasta Villarta de San Juan.
Al finalizar la Guerra de la Independencia, la localidad tuvo un importante crecimiento con alrededor de 350 vecinos distribuidos en 200 casas.
Probablemente se debió a los emigrados de pueblos vecinos como Herencia.
También durante el siglo XIX las Guerras Carlistas hicieron estragos en Puerto Lápice. Algunos ancianos del pueblo siguen contando cómo la Sierra de los Molinos parecía estar llena de amapolas, cuando en realidad eran las boinas rojas de los carlistas. Quizás se trataba de la expedición bajo el mando de Máximo Gómez que arrasó las tierras del suroeste hasta Madrid
Puerto Lapice debe su nombre al puerto que se forma entre la Sierra Calderina y las primeras estribaciones de los Montes de Toledo, un paso natural de la ruta comprendida entre el centro y el sur de la Peninsula. El nombre de Puerto Lapice proviene del subsuelo sobre el que se asienta que es de piedra lapicea (portus lapidis).
La denominación más antigua que se conoce es la de Ventas de Puerto Lapice, en otras ocasiones Puerto Lápiche debida a las numerosas ventas que durante siglos dieron aposento a los viajeros en estas tierras de paso, puerta de entrada o salida hacia diferentes rutas.
El origen de Puerto Lápice parece remontarse a los tiempos romanos, si bien podría ser ibero como en la cercana consuegra. De la época romana incluso se tiene constancia de que en la villa había un Castillo del Foso en el que se alojó el emperador Trajano durante un viaje a la zona. Sobre los restos de este castillo se construyó la Posada del Rincón, aún conservada.
Éste no es el único vestigio de la presencia romana en Puerto Lápice, podemos encontrar escritos que aseguran Puerto Lápice estaba rodeada de murallas romanas de una antigua fortaleza. Además, por esta población pasaba el camino romano que unía las importantes poblaciones de Amensara, Álava, Bastía y Consaburum (actual Consuegra), enlazando está última con la calzada de Laminium a Toletum, marcada en el itinerario Antonino.
En el siglo XVI, Puerto Lápice está formado únicamente por unas pocas posadas y ventas para el hospedaje de los viajeros, sobre todo mercaderes de seda que se dirigían hacia Murcia.
En 1605 Miguel de Cervantes publica la I Parte del "Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha" Ya en el segundo capítulo, Cervantes elige a Puerto Lápice como el marco en el que iniciar las aventuras de Don Quijote "por ser un lugar muy pasajero
"En una de sus Ventas es donde el hidalgo D. Alonso Quijano el Bueno será armado caballero en una delirante ceremonia. Así, Puerto Lápice ha pasado a formar parte del imaginario de la literatura universal.
Carlos III, en el año 1774, le concedió a la villa la parroquia y el juzgado. En este tiempo existían al menos cuatro ventas, algo que demuestra la importancia que siempre ha tenido Puerto Lápice como lugar de parada y fonda en la ruta Madrid - Andalucía.
Pero no será hasta 1784 cuando Puerto Lápice se independice definitivamente de Herencia. De este modo, el municipio permanecerá fiel al Rey, aunque la Orden de San Juan no perderá todo su poder sobre aquél, ya que Puerto Lápice pertenecía al territorio dominado por el Priorato de la Orden de San Juan.
A pesar de lograr la independencia, el municipio no dispondrá de un edificio municipal propio hasta bien entrado el siglo XX. Hasta entonces las reuniones de la Corporación tendrán lugar en las viviendas particulares de los vecinos más destacados.
A los lados del camino real se fueron estableciendo un buen número de viviendas que empezaron a configurar la estructura inicial de esta localidad manchega. Las crónicas dan fe de la existencia de al menos cuarenta casas con 33 matrimonios, además de solteros y viudas.
El paso natural que es Puerto Lápice fue la causa de que las tropas napoleónicas, en su invasión hacia el sur de la península durante el año 1812, causarán importantes daños en muchas edificaciones. Más aún, los registros de aquella época en la provincia de La Mancha subrayan el valor de los porteños que impidieron que Puerto Lápice fuese tomada por las tropas francesas.
Algunas casas situadas al norte del pueblo junto a la Plaza conservan las troneras desde donde los defensores disparaban parapetados tras los muros.
Los guerrilleros de la zona (como "El Chaleco"), escondidos en la frondosidad de las sierras que custodian el paso del Puerto, lograron el reconocimiento público desde Consuegra y Villafranca de los Caballeros hasta Villarta de San Juan.
Al finalizar la Guerra de la Independencia, la localidad tuvo un importante crecimiento con alrededor de 350 vecinos distribuidos en 200 casas.
Probablemente se debió a los emigrados de pueblos vecinos como Herencia.
También durante el siglo XIX las Guerras Carlistas hicieron estragos en Puerto Lápice. Algunos ancianos del pueblo siguen contando cómo la Sierra de los Molinos parecía estar llena de amapolas, cuando en realidad eran las boinas rojas de los carlistas. Quizás se trataba de la expedición bajo el mando de Máximo Gómez que arrasó las tierras del suroeste hasta Madrid
Puerto Lapice debe su nombre al puerto que se forma entre la Sierra Calderina y las primeras estribaciones de los Montes de Toledo, un paso natural de la ruta comprendida entre el centro y el sur de la Peninsula. El nombre de Puerto Lapice proviene del subsuelo sobre el que se asienta que es de piedra lapicea (portus lapidis).
La denominación más antigua que se conoce es la de Ventas de Puerto Lapice, en otras ocasiones Puerto Lápiche debida a las numerosas ventas que durante siglos dieron aposento a los viajeros en estas tierras de paso, puerta de entrada o salida hacia diferentes rutas.
El origen de Puerto Lápice parece remontarse a los tiempos romanos, si bien podría ser ibero como en la cercana consuegra. De la época romana incluso se tiene constancia de que en la villa había un Castillo del Foso en el que se alojó el emperador Trajano durante un viaje a la zona. Sobre los restos de este castillo se construyó la Posada del Rincón, aún conservada.
Éste no es el único vestigio de la presencia romana en Puerto Lápice, podemos encontrar escritos que aseguran Puerto Lápice estaba rodeada de murallas romanas de una antigua fortaleza. Además, por esta población pasaba el camino romano que unía las importantes poblaciones de Amensara, Álava, Bastía y Consaburum (actual Consuegra), enlazando está última con la calzada de Laminium a Toletum, marcada en el itinerario Antonino.
En el siglo XVI, Puerto Lápice está formado únicamente por unas pocas posadas y ventas para el hospedaje de los viajeros, sobre todo mercaderes de seda que se dirigían hacia Murcia.
En 1605 Miguel de Cervantes publica la I Parte del "Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha" Ya en el segundo capítulo, Cervantes elige a Puerto Lápice como el marco en el que iniciar las aventuras de Don Quijote "por ser un lugar muy pasajero
"En una de sus Ventas es donde el hidalgo D. Alonso Quijano el Bueno será armado caballero en una delirante ceremonia. Así, Puerto Lápice ha pasado a formar parte del imaginario de la literatura universal.
Carlos III, en el año 1774, le concedió a la villa la parroquia y el juzgado. En este tiempo existían al menos cuatro ventas, algo que demuestra la importancia que siempre ha tenido Puerto Lápice como lugar de parada y fonda en la ruta Madrid - Andalucía.
Pero no será hasta 1784 cuando Puerto Lápice se independice definitivamente de Herencia. De este modo, el municipio permanecerá fiel al Rey, aunque la Orden de San Juan no perderá todo su poder sobre aquél, ya que Puerto Lápice pertenecía al territorio dominado por el Priorato de la Orden de San Juan.
A pesar de lograr la independencia, el municipio no dispondrá de un edificio municipal propio hasta bien entrado el siglo XX. Hasta entonces las reuniones de la Corporación tendrán lugar en las viviendas particulares de los vecinos más destacados.
A los lados del camino real se fueron estableciendo un buen número de viviendas que empezaron a configurar la estructura inicial de esta localidad manchega. Las crónicas dan fe de la existencia de al menos cuarenta casas con 33 matrimonios, además de solteros y viudas.
El paso natural que es Puerto Lápice fue la causa de que las tropas napoleónicas, en su invasión hacia el sur de la península durante el año 1812, causarán importantes daños en muchas edificaciones. Más aún, los registros de aquella época en la provincia de La Mancha subrayan el valor de los porteños que impidieron que Puerto Lápice fuese tomada por las tropas francesas.
Algunas casas situadas al norte del pueblo junto a la Plaza conservan las troneras desde donde los defensores disparaban parapetados tras los muros.
Los guerrilleros de la zona (como "El Chaleco"), escondidos en la frondosidad de las sierras que custodian el paso del Puerto, lograron el reconocimiento público desde Consuegra y Villafranca de los Caballeros hasta Villarta de San Juan.
Al finalizar la Guerra de la Independencia, la localidad tuvo un importante crecimiento con alrededor de 350 vecinos distribuidos en 200 casas.
Probablemente se debió a los emigrados de pueblos vecinos como Herencia.
También durante el siglo XIX las Guerras Carlistas hicieron estragos en Puerto Lápice. Algunos ancianos del pueblo siguen contando cómo la Sierra de los Molinos parecía estar llena de amapolas, cuando en realidad eran las boinas rojas de los carlistas. Quizás se trataba de la expedición bajo el mando de Máximo Gómez que arrasó las tierras del suroeste hasta Madrid